Actualmente, no existe duda alguna de que el tabaquismo
causa daños a la salud en los fumadores activos. No obstante,
se ha demostrado también que el tabaquismo pasivo o involuntario
es un factor de riesgo de enfermedades relacionadas a su
consumo. Un fumador involuntario es aquel no fumador (ex-fumador
o persona que nunca ha fumado) que se expone al humo del
tabaco de personas fumadoras al convivir con ellas.
Estudios
realizados en diversas naciones durante las últimas dos
décadas han demostrado la existencia de daños en la salud
de los fumadores pasivos, quienes pueden presentar incluso
enfisema y cáncer pulmonar sin que jamás hayan siquiera
encendido un cigarro.
Quizá
el caso más dramático es el de algunos niños que, involuntariamente,
se convierten desde sus primeros meses de vida en fumadores
pasivos. Un gran número de representantes de la comunidad
científica han coincidido en señalar la existencia de un
estrecho vínculo entre padres fumadores e hijos con enfermedades
respiratorias, asma y el síndrome infantil de muerte súbita,
conocido comúnmente como "muerte de cuna".
Además
de los efectos inmediatos, tales como la irritación de los
ojos y la nariz, el dolor de cabeza, náusea, tos y problemas
respiratorios, muchos de los sujetos no fumadores que aspiran
el humo del cigarro de otras personas pueden presentar los
mismos daños a la salud que se registran en los fumadores.
Tanto
las cardiopatías como el cáncer pulmonar y nasal han sido
enfermedades que los especialistas han asociado a la exposición
que los fumadores pasivos han tenido al humo del cigarro
de otras personas.
En
niños fumadores involuntarios se ha registrado una gran
diversidad de efectos negativos en la salud, entre los que
destacan la bronquitis y la neumonía, así como el desarrollo
del asma.
Un
estudio dado a conocer recientemente por la Sociedad Académica
Pediátrica de Estados Unidos reveló que los niños que son
consumidores pasivos del humo de cigarro que fuman sus padres
son más propensos que otros a padecer caries dentales.
Al
respecto, Andrew Aligne, pediatra del Centro Strong de Investigación
Infantil de la Universidad de Rochester, señaló que "este
estudio debería ser una llamada de atención a los padres
de familia que siguen sin ver los riesgos de fumar en presencia
de sus hijos".
En
el caso de las embarazadas, el contacto con el humo del
tabaco, ya sea porque la madre fume o por su exposición
involuntaria a éste, los especialistas han observado condiciones
anormales en el crecimiento del bebé, así como un retraso
en el desarrollo de sus habilidades.
De
acuerdo con investigaciones de la Organización Panamericana
de Salud (OPS), los hijos de madres fumadoras tienen mucho
más posibilidades de nacer con peso bajo que los hijos de
madres no fumadoras, y su probabilidad de morir durante
la lactancia es 35 por ciento mayor.
Una
reciente investigación dio a conocer datos por demás reveladores,
al demostrar que en la orina de los recién nacidos, hijos
de madres fumadoras, se encuentra un carcinógeno que solamente
existe en el humo del tabaco, lo que significa que aún con
todos los mecanismos que la naturaleza ha previsto para
proteger al feto durante su proceso de formación, los efectos
negativos del humo del cigarro están presentes.
Encuestas
sobre adicciones realizadas en México referentes al tabaquismo
involuntario han puesto en evidencia que los sitios de exposición
más frecuentes para los fumadores pasivos son la casa, el
trabajo y la escuela.
La
investigación reveló que en 1988 poco menos de la mitad
de la población encuestada estaba integrada por fumadores
involuntarios expuestos en su casa. Hacia 1998, es decir
diez años después, una nueva encuesta dio a conocer que
el porcentaje de fumadores involuntarios se había incrementado
considerablemente, siendo las mujeres el grupo de población
más afectado.
De
acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, la exposición
involuntaria al humo del tabaco es del orden del 11 por
ciento en las escuelas, del 17 por ciento en las oficinas
y del 35 por ciento en los propios hogares de los no fumadores.
De tal manera, que el principal lugar de exposición involuntaria
al humo del tabaco, tanto en el caso de hombres como en
el de mujeres es la casa, lo que conlleva una necesidad
urgente de fomentar la educación en la familia para reducir
el número de fumadores que exponen a sus cónyuges e hijos
a este agente nocivo para la salud.
El
grupo de los adolescentes es donde la industria tabacalera
trata de reclutar a la mayoría de los fumadores, que mantendrá
una clientela cautiva por varios años. En todo el mundo,
las tabacaleras tratan de atraer, a diario, a más de cinco
millones de niños y adolescentes, con el propósito de poder
reemplazar a los fumadores que se han rehabilitado o han
muerto prematuramente a causa de alguna enfermedad asociada
con el tabaquismo.
En
México, alrededor de un 10% de los adolescentes de la población
general es fumador, en una relación de 3 varones por cada
mujer. Del total de fumadores que existen en nuestro país,
un 61.4 por ciento aseguró haberse iniciado en el consumo
antes de los 18 años de edad; un 39.7 por ciento entre los
15 y 17 años, un 19.6 por ciento entre los 11 y 14 años;
y un 2.1 por ciento antes de los 10 años.
Edad
de inicio en el consumo de tabaco en México

Si
se toma en cuenta que es poco probable que las personas
que consiguen abstenerse del consumo del tabaco en la adolescencia
o los primeros años de su vida adulta lleguen a ser fumadoras
alguna vez, se establece la trascendencia de contrarrestar
las intenciones de la industria tabacalera de "reclutar"
al mayor número posible de fumadores precisamente durante
este periodo del desarrollo del ser humano.
Cabe
destacar que siete de cada diez fumadores adultos lamenta
haber comenzado a fumar. Por lo que la mejor medida es evitar
que los jóvenes adquieran esta adicción.
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