Actualmente, la farmacodependencia es un tema prioritario
de salud pública en el mundo. Durante las últimas décadas
se han realizado numerosos estudios que evidencian las
graves consecuencias que ocasiona el consumo de drogas,
tanto en la salud del individuo, como en su entorno familiar
y social.
A
pesar de que en México aún no se alcanzan las elevadas
proporciones de consumo de drogas que registran otros
países, las autoridades reconocen la gravedad de este
fenómeno social, que tiene repercusiones evidentes en
los ámbitos familiar, grupal y social, que se manifiestan
en fracaso y deserción escolar, violencia intrafamiliar
y otras formas de violencia, actos delictivos y accidentes,
entre otros.
La
experiencia ha demostrado que los trastornos asociados
a la farmacodependencia son, en su mayoría, de carácter
cónico, irreversible, incapacitante y letal. Las enfermedades
relacionadas con la drogadicción dan lugar al deterioro
de la calidad de vida de los sujetos dependientes de estas
sustancias y a la pérdida de años potenciales de vida
saludable. Inciden también en la disminución de la productividad,
el incremento del ausentismo laboral, la utilización excesiva
de los servicios de salud y el aumento de la tasa de mortalidad
por padecimientos relacionados a esta adicción, lo que
necesariamente se traduce en un elevado costo social y
económico.
Como problema mundial, la demanda de sustancia adictivas
ilícitas surgió en los años sesenta, vinculado -entonces-
con sociedades altamente desarrolladas y con elevado ingreso
per cápita, fundamentalmente en países occidentales. El
resto de las naciones, particularmente aquellos situados
en el hemisferio sur, eran considerados países de tránsito
o productores de drogas hacia los centros de consumo.
No obstante, con el paso de los años, los países tradicionalmente
productores o de tránsito comenzaron a registrar alarmantes
incrementos en su consumo interno, mientras que las naciones
que durante años habían sido consumidoras se convirtieron
en productoras o procesadoras de drogas ilegales.
Hacia
1970, en Estados Unidos y algunos países europeos se registró
un incremento acelerado en el consumo de drogas, como
consecuencia del surgimiento de diversos movimientos sociales.
Estas tendencias tuvieron un impacto en países como México,
donde se observó durante este periodo un crecimiento en
el uso de sustancias adictivas en ciertos sectores de
la población, por lo que las autoridades del sector salud
iniciaron diversos programas para hacer frente al problema.
La atención que se otorgaba entonces a los farmacodependientes
se orientaba básicamente al tratamiento en centros de
salud y en algunos hospitales psiquiátricos. Sin embargo,
también se establecieron medidas preventivas, pues las
investigaciones revelaban que la farmacodependencia se
convertiría en las décadas siguientes en un problema de
grandes dimensiones.
Las tendencias registradas llevaron a la Organización
Mundial de la Salud a calificar al consumo de drogas como
uno de los mayores retos que las naciones habrían de enfrentar
en materia de salud pública e hizo un llamado a sus países
miembros para advertirles acerca de la apremiante necesidad
de iniciar acciones e iniciar la aplicación de estrategias
preventivas.
El diagnóstico sobre la farmacodependencia en México ha
registrado nuevas vertientes que obligan a reorientar
los esfuerzos y establecer líneas de acción que será preciso
mantener, fortalecer y desarrollar para cada estrategia
planteada, con el propósito de subsanar vacíos, mejorar
los servicios y elevar la participación de grupos específicos
y hacer más efectiva la coordinación de los diversos sectores.
De
igual forma, la Secretaría de Salud, a través del Consejo
Nacional contra las Adicciones (CONADIC), mantiene una
vigilancia constante y elabora periódicamente diagnósticos
del problema. La entrada al mercado de nuevas sustancias,
así como los cambios en la tendencia de los consumidores
convierten a la farmacodependencia en un problema social
en constante transformación. (liga a la página del CONADIC
www.ssa.gob.mx/unidades/conadic )
Hacia
1969 se crearon en México los Centros de Integración Juvenil
y, en 1972 el Centro Mexicano de Estudios en Farmacodependencia,
organismo dependiente de la Secretaría de Salud donde
se desarrollaron las primeras investigaciones epidemiológicas,
biomédicas y clínicas para estudiar el uso y abuso de
sustancias adictivas en nuestro país.
En 1986, por Decreto Presidencial, se creó el CONADIC,
con el objetivo fundamental de promover y apoyar las acciones
de los sectores público, social y privado encaminadas
a la prevención y combate de los problemas de salud pública
causados por las adicciones, así como para proponer y
evaluar los programas nacionales contra el alcoholismo,
el tabaquismo y la farmacodependencia.
A
partir de entonces, los programas contra la farmacodependencia
se han actualizado de acuerdo con las modificaciones que
demanda la atención de un problema complejo como lo es
la adicción a las drogas, puesto que no sólo tiene repercusiones
negativas en la salud de la población, sino que también
a ella se asocian alteraciones graves del orden social.
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