De acuerdo con el Informe Mundial sobre Drogas dado a
conocer por la Organización de las Naciones Unidas a finales
del año 2000, a pesar su magnitud, el problema de la farmacodependencia
no es incontenible ni irreversible.
Este organismo internacional asegura que existen todavía
ciertas esferas de sombra que exigen vigilancia y un mayor
esfuerzo: las vidas de millones de personas, sobre todo
de jóvenes, se ven afectadas por el uso indebido de drogas
en lo que corresponde a la salud, la delincuencia y la
explotación por organizaciones delictivas, tanto en los
países desarrollados como en los países en desarrollo.
La Organización de las Naciones Unidas estima que alrededor
del 4.2 por ciento de la población mundial consume drogas
actualmente. Esto significa que cerca de 180 millones
de personas en todo el mundo son adictas a un fármaco.
Para tener una idea más clara de lo que esta cifra representa,
podemos decir que corresponde aproximadamente a dos veces
la población total de nuestro país.
Entre
ellas, la mariguana, consumida por alrededor de 144 millones
de personas es la droga ilícita de más frecuente utilización.
En segundo término se encuentran los estimulantes anfetamínicos,
consumido con fines tóxicos por 29 millones de seres humanos.
En tercer lugar se encuentra la cocaína, empleada por
cerca de 14 millones de personas y, finalmente, los opiáceos
empleados por 13.5 millones de hombres y mujeres en todo
el mundo.
El Informe Mundial sobre las Drogas demuestra que hay
motivos para ser optimistas y reconocer que los programas
preventivos si bien han sido limitados, han dado importantes
frutos.
En
la última década se han registrado progresos muy importantes
en relación con las principales drogas que generan los
problemas sociales y de salud más graves: la cocaína y
la heroína, sustancias a las que se les atribuye en el
plano mundial la mayor parte de la demanda de tratamiento,
la hospitalización, las sobredosis, la mortalidad, la
violencia y la participación de la delincuencia organizada.
Por lo que a la producción se refiere, a nivel mundial
de 1993 a 1999 se redujo el cultivo de hoja de coca y
la fabricación de cocaína, hasta descender en un 20% aproximadamente,
invirtiendo así la desmesurada tendencia ascendente registrada
durante la década de los ochenta.
A diferencia de la concentración de la producción de hoja
de coca, el tráfico de drogas se ha caracterizado por
la tendencia a la globalización y la proliferación de
las rutas. El número de países y territorios que notificaron
decomisos de drogas aumentó de 120 en 1980, a 170 en 1998,
lo que confirma indirectamente que el tráfico de drogas
se ha convertido en un problema auténticamente mundial,
pero también demuestra que los países de todo el mundo
han comenzado a considerar el tráfico de drogas como un
problema serio.
La prevención y el tratamiento han contribuido, al parecer,
a los progresos realizados en materia de farmacodependencia.
La disminución del 40% en el consumo general de drogas
y del 70% en el de la cocaína en los Estados Unidos entre
1985 y 1999, por ejemplo, estuvo acompañada de un aumento
de los gastos para reducir la demanda -investigación,
prevención y tratamiento- de 900 millones de dólares en
1985, a 5,600 millones de dólares en 1999, lo que supone
un aumento real del 400% si se tiene en cuenta la inflación.
Existen crecientes indicios de que tanto la prevención
como el tratamiento desempeñan un papel importante en
la reducción de la demanda de drogas. Luego de la aplicación
a gran escala de campañas de prevención en gran escala
en diversos países, se invirtió la tendencia ascendente
del uso indebido de drogas entre los alumnos de secundaria.
Los
objetivos planteados en el período extraordinario de sesiones
de la Asamblea General de la Organización de las Naciones
Unidas, dedicado al problema internacional de las drogas,
México y el resto de los países miembros de este organismo
acordaron alcanzar resultados importantes y comprobables
en la reducción del consumo de drogas ilícitas para el
año 2008, considerándose una reducción del 50% como meta
significativa. La experiencia de los dos últimos años
ofrece buenos indicios de que muchas naciones del mundo
lo lograrán.
De igual forma, en diciembre de 1999, en el marco de la
celebración de la Cumbre del Milenio, que tuvo lugar en
la sede de la Organización de las Naciones Unidas, los
dirigentes mundiales decidieron redoblar esfuerzos para
poner en práctica el compromiso contraído en el período
extraordinario de sesiones de junio de 1998. Presidentes
y jefes de Estado coincidieron en señalar que existen
soluciones para el problema de la farmacodependencia,
si todas la naciones realizan acciones conjuntas encaminadas
a alcanzar metas comunes.
A partir del 26 de junio de 2001, fecha en que todas las
naciones del mundo celebraremos el Día Internacional de
la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de
Drogas, en nuestro país se iniciará una intensa campaña
nacional para la prevención del consumo de fármacos, en
la que además de difundir información acerca de las graves
consecuencias que trae consigo el consumo de drogas, se
darán a conocer a la población factores de riesgo que
generan climas adversos para el desarrollo de los sujetos
y que, en consecuencia, favorecen la experimentación con
drogas ilícitas, lo que evidentemente incrementa la probabilidad
de que un mayor número de personas se conviertan en farmacodependientes.
Entre
los principales factores de riesgo que es necesario evitar
para atacar el problema de las adicciones desde su origen
mismo, se encuentran un ambiente doméstico caótico, paternidad
ineficaz, falta de solidaridad familiar, timidez o agresividad,
fracaso en el desempeño escolar y percepción -equivocada,
por supuesto-, de que el consumo de drogas es una conducta
socialmente aceptada.
Asimismo,
la campaña expondrá los factores de protección que ayudarán,
particularmente a los jóvenes, a evitar el contacto con
los fármacos. Un sólido vínculo familiar, la vigilancia
paterna con reglas claras de conducta y la participación
de los padres en la vida de sus hijos, así como el éxito
en el desempeño escolar y el trabajo conjunto de familias,
instituciones, escuelas y organizaciones religiosas serán
factores fundamentales para evitar que los jóvenes consuman
drogas.
|