México, D.F. 1º de diciembre de 2000

Palabras del Dr. Julio Frenk Mora en la ceremonia de entrega-recepción.

Colegas y amigos:

La Secretaría de Salud tiene una de las misiones más nobles dentro del servicio público: el alivio al sufrimiento, la promoción del bienestar; el desarrollo de las capacidades humanas indispensables para construir una sociedad justa.

Hoy me siento muy afortunado de sumarme al gran equipo de trabajo de la Secretaría de Salud en el cumplimiento de esa misión. Este es para mi un regreso a casa. La mayor parte de mi vida profesional ha transcurrido en el marco de la Secretaría de Salud. Vuelvo la mirada hacia ustedes y me doy cuenta de que conozco personalmente a la mayoría. Volteo a los muros de este hermoso recinto y me percato de que aquí se han planteado y ejecutado muchos de los más apasionantes proyectos en los que he tenido el privilegio de participar.

Mi propósito esta tarde no es plantear elementos sustantivos de lo que será el trabajo en la administración que hoy arranca. Tendremos tiempo para ir construyendo juntos un proyecto común. Más bien, quisiera deleitarme en la más grata de las tareas: la de agradecer.

Mi primera deuda de gratitud es hacia México. Digo esto no en un sentido retórico, sino literal. Gracias a la generosidad de México, mi familia paterna pudo escapar persecución y recibir una nueva oportunidad de vida. Quizás como reflejo de esta deuda, ha habido en mi familia un sentido de compromiso con México.

En el marco de esta deuda hacia nuestro país, agradezco al Presidente Vicente Fox la confianza que ha depositado en mí para colaborar con él en la importante tarea de mejorar la salud de los mexicanos. Es un auténtico privilegio participar al lado de este gran líder en un momento histórico de tal trascendencia.

Hacia mi antecesor, José Antonio González Fernández, guardo un sentimiento de gratitud que arrancó hace muchos años. Cuando el Maestro Guillermo Soberón me encargó la puesta en marcha del proyecto que eventualmente se convertiría en el Instituto Nacional de Salud Pública, José Antonio era el Oficial Mayor de la Secretaría. Sin su apoyo ese sueño no se habría convertido en realidad. Más recientemente, ya en su gestión como Secretario de Salud, José Antonio me ha distinguido con su amistad y su generosidad. A lo largo del proceso de transición que arrancó en agosto pasado, su apertura y espíritu de colaboración fueron ejemplares. Ayer mismo dedicó varias horas a ponerme al tanto de los asuntos más importantes de la dependencia. Me ha dotado así de información muy valiosa que hará mucho más fácil el arranque. Gracias, José Antonio. Con tu conducta no sólo pones de manifiesto tu gran calidad humana, sino que además das un ejemplo de la civilidad y espíritu institucional que la alternancia en el poder exige para bien de México.

Este ejemplo ha sido seguido por el equipo de colaboradores inmediatos del Secretario González Fernández: los subsecretarios, el oficial mayor, los comisionados, los coordinadores. A todos ellos, mi reconocimiento.

Hace un momento mencioné al Maestro Guillermo Soberón. Todos ustedes saben que él ha sido mi mentor. A él le debo las oportunidades más estimulantes que he tenido en mi vida profesional. Sin su confianza y orientación, no estaría yo aquí.

Quiero asimismo expresar mi reconocimiento a los otros dos Secretarios de Salud con quienes he tenido el privilegio de interactuar profesionalmente: el Maestro Jesús Kumate y el Rector Juan Ramón de la Fuente.

A lo largo de mi trabajo previo me he enriquecido con la colaboración de muchos colaboradores y colegas. Sería difícil mencionarlos a todos, pero dejo testimonio de agradecimiento a mis compañeros del Instituto Nacional de Salud Pública, la Fundación Mexicana para la Salud, la Organización Mundial de la Salud y la Coordinación de Salud del equipo de transición. No puedo dejar de recordar aquí a dos entrañables amigos ausentes: José Luis Bobadilla y José Gómez de León.

Ahora, en esta nueva fase de mi vida, me siento muy afortunado de ampliar mi círculo de colaboradores con ustedes, los funcionarios y trabajadores de la Secretaría de Salud federal y de nuestras contrapartes en las entidades federativas. Estoy seguro que formaremos un gran equipo de trabajo. De antemano les agradezco de todo corazón su apoyo. En particular, quiero agradecer la presencia de la representación sindical, en las personas de Joel Ayala y Gildardo Bueno. Hace unas semanas, como parte de las actividades del equipo de transición, tuve la oportunidad de visitar las oficinas del Sindicato de Trabajadores de la Secretaría de Salud para reunirme con el Comité Ejecutivo Nacional. Ahí se sentaron las bases de un diálogo que me comprometo a hacer permanente.

El equipo de trabajo por la salud incluye no solamente a la Secretaría, sino también, de manera central, a las instituciones de seguridad social. Agradezco la presencia del Lic. Benjamín González Roaro, nuevo director general del ISSSTE. Junto con el Dr. Santiago Levy, director general del IMSS, formaremos un equipo coordinado.

Por último, quiero dar las gracias a mi familia, que es fuente de fortaleza: a mis padres, a mi joven abuela de 102 años, a mis hermanos, a mis hijos y, de manera muy especial, a mi esposa y compañera, Felicia.

Hoy se abre un nuevo capítulo de la historia de esta noble institución. Como ustedes saben, hace casi 60 años, en octubre de 1943, se decretó en México la fusión del Departamento de Salubridad Pública con la Secretaría de Asistencia. Así nació lo que hoy conocemos como Secretaría de Salud. La transformación que México ha experimentado desde entonces en materia de salud es extraordinaria. Los logros son producto del esfuerzo de varias generaciones de médicos, enfermeras, sanitaristas y todos los demás trabajadores y trabajadoras de la salud.

Estos avances son también una clara muestra del enorme sentido que tienen nuestras instituciones públicas de salud. Es precisamente por esto que me siento honrado de reincorporarme a sus filas, como profesionista de la salud pública y ahora como Secretario de esta dependencia.

Al tiempo que celebramos los logros, debemos reconocer que el campo de la salud siempre es víctima de sus propios éxitos. El hecho mismo de evitar muertes por enfermedades infecciosas genera nuevos riesgos por enfermedades infecciosas genera nuevos riesgos por enfermedades no transmisibles y lesiones. El éxito en reducir la fecundidad cambia la estructura por edades dando lugar a una mayor proporción de personas en edad avanzada, con las consiguientes presiones sobre los servicios de salud y las pensiones. El progreso en la ampliación de la infraestructura de atención magnifica los problemas de coordinación, de desigualdad entre las instituciones y de aprovechamiento inadecuado de los recursos.

Debemos, pues, prepararnos aún más para enfrentar los tres grandes retos que hoy se presentan a nuestro sistema de salud:

· Primero, el reto de la equidad, para superar las dolorosas desigualdades que aún dividen a los mexicanos.

· Segundo, el reto de la calidad, para darle a la gente mejores resultados, incluyendo atención pronta y trato digno.

· Tercero, el reto de la protección financiera, para evitar que haya familias que se empobrezcan por atender su salud.

Para hacer frente a estos retos, el Presidente de la República nos ha convocado hoy a democratizar la salud. Esto significa contar en México con un sistema de salud cercano a la gente; que responda con calidad y respeto a sus necesidades y expectativas; que amplíe sus posibilidades de elección; que proteja a toda la población contra los gastos médicos excesivos; que cuente con instancias sensibles y eficientes para la presentación de quejas, y que implante mecanismos efectivos para que los mexicanos puedan participar en todas las decisiones que afectan su salud.

Afortunadamente, la Secretaría de Salud está bien equipada para conducir los esfuerzos nacionales que permitan realizar la tarea. Un hecho notable ha sido la estabilidad institucional. El hecho de haber contado con sólo 4 secretarios en 18 años ha permitido la profesionalización de nuestra fuerza de trabajo y la adopción de auténticas políticas de Estado, como ha sido la descentralización.

Mi primer compromiso es construir sobre esta base de estabilidad. En efecto, habremos de realizar un doble esfuerzo: primero, consolidar los notables avances logrados hasta ahora; segundo, realizar las transformaciones necesarias para seguir progresando. Cambio y permanencia son las dos caras de nuestros proyectos.

Mi segundo compromiso es dar a todas las acciones una firme base de valores. Hoy por la mañana, al tomar la protesta al Gabinete, el Presidente de la República dio a conocer nuestro código de conducta. Me comprometo a seguir este código al pie de la letra y a promover su aplicación en todo el sector.

Mi tercer compromiso es trabajar en equipo, sobre la base de dos atributos esenciales; el respeto y la confianza. Mi estilo siempre ha sido y seguirá siendo delegar responsabilidad. Sólo así podemos exigirnos a nosotros mismos resultados concretos para rendirles cuentas claras a los ciudadanos.

Mi cuarto compromiso es fortalecer el papel rector de la Secretaría de Salud, orientando su misión hacia una serie de funciones vitales para el sistema de salud, como la promoción del bien común, la planeación estratégica, la conducción de las políticas públicas, la construcción de consensos, la movilización y asignación de recursos, el diseño y aplicación de normas, la evaluación del desempeño, la generación de oportunidades de desarrollo profesional a los trabajadores, y la garantía de la calidad y la equidad.

Por último, pero no por ello menos importante, mi quinto compromiso es imprimir pasión a todas nuestras tareas. Será una pasión por la equidad, para desarrollar una política de salud incluyente, que ofrezca a todos los mexicanos las mismas oportunidades. Será también una pasión por la calidad y la protección para poner nuestro sistema de salud a la altura de los retos. Será, en fin, una pasión por el servicio.

Hoy como nunca se requiere del concurso de todos para construir un sistema de salud que contribuya a un desarrollo humano justo, que alimente a una economía vigorosa y que fortalezca nuestro tejido social. Ustedes, los funcionarios y trabajadores de la Secretaría de Salud, son los primeros convocados. Estoy seguro que jugarán un papel crucial en este cambio que los nuevos tiempos reclaman. Les reitero mi agradecimiento y mi compromiso de trabajar a su lado como un gran equipo para darle a México el sistema de Salud que merece.

 

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