Las
tendencias demográficas, como la urbanización,
el aumento del número de adultos mayores y la
prevalencia de enfermedades crónicas, los
crecientes hábitos de vida sedentaria, la
resistencia a los antibióticos y otros
medicamentos comunes, la propagación del abuso
de drogas y de la violencia civil y doméstica,
amenazan la salud y el bienestar de Centenares
de millones de personas. Las enfermedades
infecciosas nuevas y re-emergentes y el mayor
reconocimiento de los problemas de salud mental
exigen una respuesta urgente. Es indispensable
que la promoción de la salud evolucione para
adaptarse a los cambios en los factores
determinantes de la salud.
Varios
factores transnacionales tienen también un
importante impacto en la salud. Entre ellos cabe
citar la integración de la economía mundial, los
mercados financieros y el comercio, el acceso a
los medios de información y a la tecnología de
comunicación y la degradación del medio ambiente
por causa del uso irresponsable de recursos.
Estos
cambios determinan los valores, los estilos de
vida y las condiciones de vida en todo el mundo.
Algunos, como el desarrollo de la tecnología de
comunicaciones, tienen mucho potencial para la
salud; otros, como el comercio internacional de
tabaco, acarrean un fuerte efecto desfavorable.
La
promoción de la salud crea una situación
diferente
Las
investigaciones y los estudios de casos de todo el
mundo ofrecen pruebas convincentes de que la
promoción de la salud surte efecto. Las
estrategias de promoción de la salud pueden crear
y modificar los modos de vida y las condiciones
sociales, económicas y ambientales determinantes
de la salud. La promoción de la salud es un
enfoque práctico para alcanzar mayor equidad en
salud.
Las
cinco estrategias de la Carta de Ottawa son
indispensables para el éxito:
La
elaboración de una política pública favorable a
la salud.
La creación de espacios, ámbitos y/o propicios.
El reforzamiento de la acción comunitaria.
El desarrollo de las aptitudes personales.
La reorientación de los servicios de salud.
Actualmente se ha comprobado con claridad que:
El
abordaje integral de desarrollo de la salud
resulta más eficaz Los métodos basados en el
empleo de combinaciones de las cinco estrategias
son más eficaces que los centrados en un solo
campo.
Diversos
escenarios ofrecen oportunidades prácticas para
la ejecución de estrategias integrales. Entre
ellos cabe citar megalopolis, islas, ciudades,
municipios y comunidades locales, junto con sus
mercados, escuelas, lugares de trabajo y
establecimientos asistenciales.
La
participación es indispensable para hacer
sostenible el esfuerzo desplegado. Para lograr
el efecto deseado, la población debe estar en el
centro de la actividad de promoción de la salud y
los procesos de adopción de decisiones.
El
aprendizaje sobre la salud fomenta la participación.
El acceso a la educación y la información es
esencial para lograr una participación efectiva y
la movilización de la gente y las comunidades.
Estas
estrategias son elementos básicos de la promoción
de la salud y son de importancia para todos los países.
Se
necesitan nuevas respuestas
Para
combatir las amenazas nacientes para la salud, se
necesitan nuevas formas de acción.
En
los años venideros, la dificultad estará en
liberar el potencial de promoción de la salud
inherente a muchos sectores de la sociedad en las
comunidades locales y dentro de las familias.
Existe
una obvia necesidad de cruzar los límites
tradicionales dentro del sector público, entre
las organizaciones gubernamentales y no
gubernamentales y entre los sectores público y
privado. La cooperación es fundamental. En la práctica,
esto exige la creación de nuevas alianzas estratégicas
para la salud en pie de igualdad entre los
diferentes sectores de todos los niveles de
gobierno de las sociedades.
Prioridades
para la promoción de la salud en el siglo XXI
1.
Promover la responsabilidad social por la salud
Las
instancias decisorias deben comprometerse
firmemente a cumplir con su responsabilidad
social. Es preciso que los sectores público y
privado promuevan la salud siguiendo políticas y
prácticas que:
Eviten
perjudicar la salud de otras personas,
protejan el medio ambiente y aseguren el uso
sostenible de los recursos, restrinjan la producción
y el comercio de bienes y sustancias intrínsecamente
nocivos, como el tabaco y las armas, así como las
tácticas de mercado y comercialización
perjudiciales para la salud,
protejan al ciudadano en el mercado y al individuo
en el lugar de trabajo,
incluyan evaluaciones del efecto sobre la salud
enfocadas en la equidad como parte de la formulación
de políticas.
2.
Aumentar las inversiones en el desarrollo de la
salud
En
muchos países, la inversión actual en salud es
insuficiente y a menudo ineficaz.El aumento de la
inversión en el desarrollo de la salud exige un
enfoque verdaderamente multisectorial, que
comprenda más recursos para los sectores de
educación, vivienda y salud. Una mayor inversión
en salud y la reorientación de la existente en
las esferas nacional e internacional pueden
fomentar mucho el desarrollo humano, la salud y la
calidad de la vida.
Las
inversiones en salud deben reflejar las
necesidades de ciertos grupos, como las mujeres,
los niños, los adultos mayores, los indígenas y
las poblaciones pobres y marginadas.
3.
Consolidar y ampliar las alianzas estratégicas en
pro de la salud
La
promoción de la salud exige alianzas estratégicas
en pro de la salud y el desarrollo social entre
los diferentes sectores en todos los niveles del
gobierno y de la sociedad. Es preciso fortalecer
las alianzas estratégicas establecidas y explorar
el potencial de formación de nuevas.
Las
alianzas estratégicas son de mutuo beneficio en
lo que respecta a la salud por el hecho de
compartir conocimientos especializados, aptitudes
y recursos. Cada una debe ser transparente y
responsable y basarse en principios de ética
acordados y de entendimiento y respeto mutuos. Es
preciso observar las directrices de la OMS.
4.
Ampliar la capacidad de las comunidades y
empoderar al individuo
La
promoción de la salud es realizada por y con
la gente, sin que se le imponga ni se le
dé. Amplía la capacidad de la persona para
obrar y la de los grupos, organizaciones o
comunidades para influir en los factores
determinantes de la salud.
La
ampliación de la capacidad de las comunidades
para la promoción de la salud exige educación práctica,
adiestramiento para el liderazgo y acceso a
recursos. El empoderamiento de cada persona
requiere acceso seguro y más constante al proceso
decisorio y los conocimientos y aptitudes
indispensables para efectuar cambios.
Tanto
la comunicación tradicional como los nuevos
medios de información apoyan este proceso. Se
deben aprovechar los recursos sociales, culturales
y espirituales de formas innovadoras.
5.
Consolidar la infraestructura necesaria para la
promoción de la salud
Para
consolidar la infraestructura necesaria para la
promoción de la salud, es preciso buscar nuevos
mecanismos de financiamiento en las esferas local,
nacional y mundial. Hay que crear incentivos para
influir en las medidas tomadas por los gobiernos,
organizaciones no gubernamentales, instituciones
educativas y el sector privado para asegurarse de
maximizar la movilización de recursos para la
promoción de la salud.
Los
"ámbitos, espacios y/o entornos para la
salud" son la base organizativa de la
infraestructura necesaria para la promoción de la
salud. Los nuevos desafíos que presenta la salud
significan que se necesita crear nuevas y diversas
redes para lograr colaboración intersectorial.
Estas redes deben proporcionarse asistencia en los
ámbitos nacional e internacional y facilitar el
intercambio de información sobre que estrategias
surten efecto en cada entorno o escenario.
Conviene
alentar el adiestramiento y la práctica de los
conocimientos de liderazgo en cada localidad para
apoyar las actividades de promoción de la salud.
Se necesita ampliar la documentación de
experiencias de promoción de la salud por medio
de investigaciones y preparación de informes de
proyectos para mejorar el trabajo de planificación,
ejecución y evaluación.
Todos
los países deben crear el entorno político, jurídico,
educativo, social y económico apropiado para
apoyar la promoción de la salud.
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