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DIAGNÓSTICO Y TENDENCIAS
DEL USO DE DROGAS EN
MÉXICO |
5. - ESTUDIOS EN
POBLACIONES ESPECIALES, DE DIFÍCIL ACCESO O DE
ALTO
RIESGO |
Estudios en menores
trabajadores |
Las diversas
crisis económicas por las que ha venido atravesando
México desde hace décadas y las agudas desigualdades
sociales que persisten en el país, han provocado un
aumento en el número de niños y adolescentes que deben
contribuir al ingreso familiar o que deben sostenerse
solos, trabajando en las calles. Esta situación,
agravada por el todavía elevado crecimiento de la
población de menores recursos y por la emigración del
medio rural al urbano, se ha convertido en una
preocupación creciente para las autoridades, para los
profesionales de las ciencias sociales y de la salud,
así como para diversos sectores de la
sociedad.
La población
de menores trabajadores ha sido abordada por diversos
estudios desde la década de 1970. Los trabajos
elaborados en las en los últimos veinte años coinciden
en señalar el elevado riesgo del uso de drogas entre los
menores trabajadores que se asocia con una exposición a
factores que aumentan su vulnerabilidad tanto durante su
infancia temprana como en su deambular por las calles.
Las estimaciones de prevalencias de uso de sustancias
adictivas en diversos trabajos varían entre 8.5% y 27%;
son los inhalables las drogas de preferencia, con
índices de consumo de mariguana 2 y 3 veces
inferiores.
De estos
estudios se desprende que:
-
Los índices
de consumo de drogas son más bajos entre los menores
que trabajan en condiciones de mayor
protección.
-
El consumo
de drogas es mayor entre los que trabajan y viven en
las calles que entre los que sólo están allí para
obtener recursos económicos pero viven con su
familia.
-
La
extensión y la forma de uso de drogas están asociadas
con factores ambientales como la presencia de policía
en el área y la disponibilidad de
sustancias.
-
La mayor
parte de los menores que viven en las calles y en
zonas de alta actividad nocturna, consume
drogas.
-
El consumo
de drogas en la población de menores que viven en las
calles es considerablemente mayor al observado en la
población estudiantil.
-
Aumenta el
número de mujeres que viven en las calles, que usan
inhalables y que tienen hijos en estas circunstancias
de alto riesgo.
El Sistema
Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF)
y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
(UNICEF) realizaron en 1998 un Estudio de niñas, niños y
adolescentes trabajadores en 100 ciudades del país que
llevaran a cabo alguna actividad económica en la calle o
en espacios públicos. Se consideraron calles, parques,
basureros, grandes centrales de abasto, mercados,
unidades de transporte y, en general, todos aquellos
espacios públicos donde el trabajo de los menores es
visible. Por iniciativa del Programa de Naciones Unidas
para la Fiscalización Internacional de Drogas (PNUFID) y
con el apoyo técnico del IMP, se incluyó una sección
sobre abuso de sustancias adictivas.
Aspectos
metodológicos
Este estudio
incluyó tanto a niños, niñas y adolescentes que salen a
las calles a trabajar pero que tienen un hogar donde
vivir, como a aquéllos que viven en las calles y que
duermen en terrenos baldíos, terminales de autobuses,
coladeras, mercados o sitios ocultos en zonas de
atracción turística o comercial. Quedaron fuera de este
estudio aquellos menores que trabajaban en el ámbito
privado, en las áreas rurales y los menores infractores
que están institucionalizados.
El trabajo se
realizó en dos etapas: i) un conteo por observación de
la población, así como la corroboración vía acercamiento
y pregunta directa de ciertas características generales,
y ii) una encuesta a una muestra de menores seleccionada
a partir de la información del conteo. De los 41 876
menores seleccionados para entrevista, fueron
completados 41 226 cuestionarios; los datos fueron
ponderados de acuerdo con la distribución de los menores
en el conteo, por sexo y edad.
Resultados
Un 72% de los
menores trabajadores son hombres y 28% mujeres; 26%
tienen entre 6 y 11 años y la edad promedio es de 13
años. Un 65% de estos menores están matriculados en la
escuela, pero 46% presenta algún grado de déficit
educativo, es decir, que hay una diferencia de 2 o más
años entre el nivel escolar ideal al que deberían
asistir de acuerdo a su edad y en el que se encuentran.
Dos de cada cien niños trabajadores viven en la calle y
esto fue 7.6 veces más frecuente entre los varones que
entre las mujeres. El 95% reportó vivir en una casa y el
90% dijo vivir con familiares como padre o madre o
ambos. Un 4.3% manifestó vivir solo, con hermanos,
amigos o en pareja.
Un 7.5% de
los varones y 2% de las niñas han probado drogas,
excluyendo el tabaco y el alcohol. Las drogas más
frecuentemente consumidas son los inhalables y la
mariguana, y en menor proporción la cocaína y las
pastillas psicotrópicas.
Uno de los
factores más importantes de protección para el uso de
drogas en esta población es que el menor viva con su
familia; los que están en esta situación trabajan en
sitios donde la droga es menos disponible y tienden a
rechazar más su uso. Así, mientras un 4.5% de los que
viven con su familia afirmaron haber usado drogas, entre
los que ya no viven con ella las ha usado un
28%.
De igual
manera, sólo 4% de los menores que cursan el grado
escolar que corresponde a su edad han probado drogas,
proporción que aumenta en más de dos veces cuando existe
déficit educativo.
De acuerdo al
tipo de actividad laboral que desarrollan los niños
aumenta el riesgo de estar en contacto con las drogas y
de consumirlas. Destaca como actividad de alto riesgo la
prostitución y mendicidad, seguida por otras tareas que
realizan los menores, pero es evidente que en todos los
trabajos en mayor o menor medida hay una considerable
oferta o disponibilidad de drogas.
Al analizar
el consumo de diversas sustancias, excluyendo el tabaco
y el alcohol, vuelve a hacerse evidente lo mencionado:
el vivir o no con la familia está estrechamente asociado
al consumo de sustancias y los varones consumen más
drogas que las mujeres, vivan o no con su familia. De
este modo, más de una tercera parte de los varones que
no viven con su familia dijeron consumir alguna droga,
mientras sólo el 5.6% de los que viven con ella lo
afirmaron; esto representa una relación de 6 a 1. Entre
las menores, el 13% de las que no viven con su familia
reportaron el uso de alguna droga, en contraste con el
2% de las que viven con ella.
La proporción
de niños que consumen drogas va en aumento con la edad:
entre los de 6 a 9 años de edad sólo 2% las ha probado,
entre los de 14 y 15 años de edad un 7%, y cuando tienen
16 y 17 años, la proporción llega al 15%. Los inhalables
son las drogas que se consumen preferentemente antes de
los 15 años; los mayores de esa edad siguen usándolos
pero prefieren la mariguana, y en tercer lugar la
cocaína que comienza a consumirse a partir de los 13
años.
El nivel de
uso de drogas varía de acuerdo con el tipo de actividad
que desarrollan los menores: así, entre los que se
dedican a la mendicidad o a la prostitución el consumo
de drogas es más elevado que entre los que trabajan de
empacadores cerillos en los comercios. En el primer
caso, dentro del grupo de edad de 6 a 11 años, un 6%
dijo usar drogas llegando al 41% entre los de 12 a 17
años. En cambio, en el segundo caso, estos grupos de
edad presentaron proporciones de consumo de 0.8% y 1.9%,
respectivamente.
También el
tipo de personas con las que convive el menor está
estrechamente relacionado con el grado de exposición a
las drogas y con la probabilidad de usarlas. Los menores
que viven en familias donde existe una figura paterna,
tienen menos probabilidad de trabajar en lugares en
donde se ofrecen drogas (el 25% reportó esto) o que, de
hecho, les hayan ofrecido (17% estuvo en esa situación),
que aquéllos que viven con hermanos, pareja o amigos
(49% dijo que donde trabaja hay disponibilidad de drogas
y a un 45% le han ofrecido directamente).
Otros
estudios: problemas emergentes y poblaciones
especiales |
Usuarios
de cocaína
El IMP ha
realizado estudios de corte antropológico con el
propósito de profundizar en el conocimiento de algunos
problemas emergentes, como el del abuso de cocaína. A
través de ellos se pudo identificar a dos grupos
claramente definidos, un grupo de adultos que llevan
usando la droga desde finales de la década de los 70 y
otro de menor edad, de inicio reciente en su
consumo.
Ambos grupos
se diferencian entre sí por su capacidad económica y por
involucrarse o no en problemas relacionados con el
consumo. El primero, con buen nivel socioeconómico, ha
podido obtener la droga sin problemas mayores, su hábito
no se ha vuelto aparente y la motivación básica de su
consumo se asocia con el estatus social.
El segundo
grupo, en cambio, está más motivado por los efectos de
la droga y son individuos que tienden a usarla con mayor
frecuencia y en todo tipo de escenarios; consideran que
la droga no deteriora su imagen como la de aquellas
personas que consumen inhalables o abusan del alcohol.
Este grupo también se distingue porque, en mayor
proporción, proviene de niveles socioeconómicos de
menores recursos por lo que venden drogas como medio
para obtenerla para su uso personal, estando así más
expuestos a la violencia y a la detección
policial.
Este estudio
obtuvo también información de profesionales y de otras
personas que si bien no usaban drogas, estaban en
contacto con consumidores; tanto los que las usan como
los que no, consideran que el problema se incrementará
debido a la mayor disponibilidad de cocaína como de
otros derivados más baratos.
Uso de
drogas de diseño
Un problema
emergente es sin duda el consumo de metanfetaminas en
ciertos grupos. Si bien no se trata aún de un problema
que afecte a un amplio sector de la población, su
aparición entre jóvenes resulta preocupante. Los jóvenes
que las emplean las conocen como drogas de resurgimiento
para indicar que se trata de una nueva ola de usuarios;
estas sustancias se consumen solas o con alucinógenos en
las fiestas conocidas como fiestas rave.
Las primeras
de estas fueron promovidas en esta década, y se trata de
eventos masivos que pueden reunir a varios cientos de
jóvenes, cuyas edades fluctúan entre los 16 y los 22
años. Una parte central del rave es la música con ritmos
muy característicos aparentemente dirigidos a lograr un
estado alterado de conciencia. Los estudios efectuados
con jóvenes que asisten a estos eventos han señalado que
no todos los asistentes utilizan drogas, algunos son
atraídos por la música y la compañía de sus amigos.
Uso de
drogas entre trabajadores
En un estudio
multinacional coordinado por la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización
Mundial de la Salud (OMS) sobre el desarrollo de un
programa para la prevención del abuso de alcohol y
drogas entre los trabajadores y sus familias, México
participó a través de la SSA y dos de sus dependencias,
el IMP y CONADIC. El alcohol y el tabaco fueron las
principales sustancias consumidas por los trabajadores
encuestados y, en cuanto a las drogas ilegales, la
mariguana fue usada alguna vez por un 9.9%, mientras
sólo el 1.2% reportó haber consumido cocaína e
inhalables.
En otro
trabajo sobre la población de trabajadores del IMSS, a
través de encuestas de autorreporte entre 43 000
trabajadores de todas las categorías, en los diferentes
turnos de atención y abarcando a las 37 delegaciones del
Instituto, se encontró que 15.62% había consumido alguna
vez drogas, excluyendo el alcohol y el tabaco; el 7.1%
lo había hecho en el último año y el 1.84% en la última
semana previa a la aplicación de la encuesta.
Uso de
drogas en casos atendidos en salas de urgencias del
IMSS
Dentro de su
Programa Institucional de Adicciones, el IMSS puso en
operación recientemente un Sistema de Registro del Uso
de Drogas que funciona en las salas de urgencias de
servicios de salud para su población derechohabiente;
estos servicios de salud están ubicados en localidades
fronterizas, portuarias y en otras tres ciudades
importantes. Este Sistema se basa en el autorreporte y
registra todos los casos de consumo independientemente
del motivo de consulta. La mariguana y los
tranquilizantes fueron las sustancias mencionadas por
una cuarta parte de los casos, seguidas en importancia
por la cocaína (13%).
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